Hoy
os quería hablar de dos artículos muy interesantes, que nos ha propuesto
nuestra profesora de literatura infantil, Irune.
El
primero se títula: “El “nonsense”, un arma contra lar mentes cuadradas”. La palabra
nonsense significa “sin sentido”. Este artículo nos habla de todo aquello que
sucede a nuestro alrededor y que no nos cuestionamos, sucesos extraordinarios. Por
lo general, las personas, creemos a ciencia cierta todo aquello que vemos o nos
explican los científicos o los estudiosos, pero por el contrario rechazamos
todo aquello que se escapa de nuestros sentidos, no llegamos a ver o a
comprender, pero ¿Qué pasaría si nos preguntásemos el “porque” de las cosas? Y sí
nos creemos lo que nos dices esos científicos, ¿Qué pasaría si lo que nos dicen
esos científicos son disparates? ¿Nos los creeríamos igual?
Debemos
plantearnos si todo lo que nos dicen o vemos es verdad, y por el contrario, si
aquello que no vemos, es imposible de cumplirse.
Las
mentes de los niños son las mejores para saber y entender el mundo del
nonsense. Ellos pueden llegar a entender y creer que el cielo puede ser rosa en
vez de azul (que es lo que nos dicen), pueden creerse que un gato desaparece
sólo dejando su sonrisa (como en “Alicia en el país de las maravillas”), en
cambio a los adultos, nos cuesta ver en esos cuentos, películas o situaciones “algo”
lógico, es incomodo. La autora de este artículo, cree que la vida nos va cuadriculando
la mente desde pequeños, hasta llegar a ser adultos con una mentalidad
cuadrada. El mundo del nonsense no acepta ideas establecidas, esas ideas se
cuestionan.
Al
leer este artículo, he retrocedido a cuando era pequeña, y el mundo me parecía un
lugar extraordinario, donde cada día descubrías cosas nuevas, preguntabas a los
mayores todo aquello que te sorprendía, ¿Por qué los pájaros volaban? ¿Los
animales hablaban? ¿Por qué? ¿Por qué? Tú querías saber cosas, e imaginabas un
mundo donde los animales hablaban, los muñecos cobraban vida, y ese mundo era
maravilloso. ¿Entonces porque les apartamos y rompemos ese mundo a medida que
crecen? ¿Por qué deben saber la “realidad”? y esa “realidad” de la que nos
hablan los científicos, ¿es real? ¿ Y por qué? ¿Por qué hay leyes o son nuestros
sentidos o ojos los que nos dicen que hay cosas que no pueden existir?
Uno
de los motivos, entre muchos otros, que me lleva a escoger esta profesión es la
de trabajar con niños, niños que viven en un mundo donde todo puede ser
posible, donde su imaginación no tiene límites. Y me de pena y en parte rabia,
que los adultos les coartemos esa imaginación, esas ganas de saber y de pensar
que todo es posible. Creo, y me gustaría poderlo poner en práctica, que esa
apertura de mente, ese no poderse limites a nada, siguiera en los niños aun
cuando sean adultos. ¿Por qué no es mejor creer que todo es posible, imaginar
que las cosas pueden suceder a vivir en mentes cuadradas, en cubos?
El segundo artículo, llamado: “Modelos de infancia” también me ha parecido curioso e interesante. La autora, Anabel Sáiz, nos habla de los periodos por los cuales ha ido pasando la literatura infantil, y cuál ha sido el prototipo de niño que en los cuentos se plasmaba.
El segundo artículo, llamado: “Modelos de infancia” también me ha parecido curioso e interesante. La autora, Anabel Sáiz, nos habla de los periodos por los cuales ha ido pasando la literatura infantil, y cuál ha sido el prototipo de niño que en los cuentos se plasmaba.
Como
bien nos dice Anabel, la literatura parte de unas bases prefijadas por los
adultos, por ello en la literatura se plasman ideas, temas, estilos que son
determinados según el pensamiento de los adultos, de qué es un niño y cómo debe
comportarse. Por ello nos explica cómo va cambiando en la literatura infantil
el modelo de niño que nos intentan “vender”. El primer modelo se llama “Calleja”
nos propone un niño ejemplar, es bueno con todos, amables, estudioso, su propósito
es ser bueno y llegar al cielo. Otro de los modelos es “El camarada” que nos
propone un niño sumiso, acepta lo que se le manda, lo hace correctamente,
siempre va a las “ordenes” de otros. Posteriormente aparece “Antoñita la
fantástica” y se nos presenta un modelo de niña traviesa, con aspectos positivos
y negativos. A mediados del Siglo XX, aparece el modelo “Marcelino pan y vino”
que representa el modelo de un niño travieso-ejemplar. Después se habla del
niño rebelde o “ El polizón de Ulises” de Ana María Matute, que es reflejado
por Jujú un niño rebelde y a la vez reservado y que abre camino al último
modelo, que es el niño independiente, un niño que desea ser participe en su
proceso de formación y se hace oír ante los demás.
A
la conclusión que llega la autora, y que comparto, es que tanto la literatura como
cultura, va de la mano de la sociedad. Es decir, refleja lo que la sociedad
está viviendo, también sucede en la pintura, el arte, la música, etc.
Si
en una sociedad existe un sistema represivo, el modelo de niño que se busca y que
la literatura refleja será un niño sumiso, mientras que si la sociedad es
abierta y democrática, se buscará y plasmará un niño independiente.
Ahora
bien, si la literatura plasma la sociedad, ¿cabe la posibilidad de cambiar la
sociedad plasmando “otros” modelos en la literatura? A mi entender, la
respuesta es afirmativa, sí se pueden plasmar, y reconocer otros modelos en la
literatura, para así ir cambiando la sociedad. Al igual que opino que la educación
y la sociedad van, y deben ir, de la mano. Por lo que si la educación
representa y refleja la sociedad en la que vivimos, también es posible un
cambio, si desde la educación CAMBIAMOS. Es decir, intentamos poco a poco, y si
nos dejan, dejar de reproducir esos modelos de la sociedad y reflejar y educar
otros valores, sólo así creo que las sociedades pueden cambiar.
A
continuación os detallo más a cerca de estos dos artículos, por si deseáis leerlos,
yo os recomiendo que lo hagáis, son muy interesantes y sobre todo, dan mucho de
que pensar.
- “El “Nonsense”, un arma contra las mentes cuadradas” de Consuelo Armijo (CLIJ, 45, 28-31)
- “Modelos de infancia”, de Anabel Sáiz Ripoll.
Buen trabajo. Anotado.
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